Entrevista con Juan Carlos Moreno Brid, asesor regional de la CEPAL (Septiembre 2004)

“Una segunda generación de reformas en América Latina me parece errada"

Entrevista con Juan Carlos Moreno Brid, asesor regional de la CEPAL

Agencia de Información Solidaria 9 de septiembre de 2004

Tras dos décadas de reformas económicas en América Latina, aparte de las correcciones de la inflación y los déficit fiscales, de poco se puede presumir. Es la valoración que Juan Carlos Moreno Brid, asesor regional en la subsede de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en México DF, hace del panorama económico latinoamericano. Las soluciones apuntadas: inversión y reformas estructurales para la región. Sin embargo, para Moreno Brid no es suficiente: “la Inversión Extranjera Directa (IED) por sí misma no es una panacea para un crecimiento económico sólido y sostenido”.

¿Cuál es su valoración del estado de la economía mundial?

La economía mundial es, en estos momentos, como un avión de tres motores en el que sólo funciona uno, y con dificultades. Esos tres motores son Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, de los cuales, sólo Estados Unidos tiene un desempeño más bien dinámico, aunque ensombrecido por el alza en el precio del petróleo y la incertidumbre respecto a la marcha de la política macroeconómica y las elecciones. La Unión Europea, con su pacto de Estabilidad y Crecimiento, ve limitadas sus posibilidades de adoptar una política fiscal y monetaria más expansiva aunque tiene una inflación muy baja (cerca de 2%) y un muy lento crecimiento económico. En cuanto a Japón, siguen estancadas la inversión y el gasto de consumo. Ello, sumados a su latente deflación, le impide ser uno de los impulsores de la economía mundial. De hecho solamente China y la India están expandiendo sus economías con intensidad y persistencia.

¿Cuál es el panorama en América Latina tras dos décadas de reformas económicas?

La inflación y los déficit fiscales sin duda se corrigieron. Pero, desafortunadamente, además de ello hay poco de que presumir. En América Latina, muchas de sus economías enfrentan situaciones complicadas –incluso algunas de naturaleza fuertemente política. Los tan prometidos beneficios de la apertura comercial y financiera, la renegociación de la deuda y las privatizaciones fueron pocos, y se han agotado. Desde 1998 a 2003, el PIB per cápita de la región ha caído en términos reales, los niveles de pobreza son mayores que en 1980, y los cocientes de inversión en promedio oscilan por debajo del 20%, un nivel insuficiente como para inducir un crecimiento sólido y sostenido, a tasas de 5% y 6% reales que tanto urge a la región. Si bien se espera que en 2004 haya un repunte considerable en el ritmo de expansión de la región, en un horizonte de mediano plazo la restricción externa limita fuertemente las capacidades de crecimiento sostenido. Las elasticidades ingreso de las importaciones se elevaron de manera considerable y al parecer persistente, lo que presiona la disponibilidad de divisas en períodos de repunte. Más aun, salvo las remesas, el flujo de divisas y capitales del exterior ha perdido ímpetu.

Muchos economistas hablan de que hacen falta reformas estructurales de “segunda generación” ¿Cree usted que dichas reformas sean la clave para retomar el crecimiento económico en Latinoamérica?

La idea de que hay un cotinuum lineal de reformas que hay que implementar secuencialmente me parece errada. De hecho podría argumentarse que las llamadas de primera generación han producido algunas severas distorsiones en la asignación de recursos que han dejado más frágiles a las economías de la región. Así, por ejemplo, la apertura irrestricta de las cuentas de capitales en mercados muy concentrados y cuya regulación y supervisión tenía severas fallas acentuó la dependencia y vulnerabilidad de diversas economías de la región a los tan volátiles flujos de capital de corto plazo. Las economías de Latinoamérica enfrentan un problema serio de competitividad que no se resolverá ni liberalizando ciertos sectores estratégicos (como el energético), ni con más tratados comerciales. Ha quedado demostrado en la experiencia regional que a mayor crecimiento económico, mayor comercio. Pero no necesariamente al revés, es decir las exportaciones aunque han repuntado notablemente, no logran impulsar al resto de la economía pues tienen muy débiles encadenamientos con el resto del aparato productivo. Probablemente la única reforma que sí es urgente, pero no suficiente, es la fiscal. La carga tributaria en la región es demasiado baja. Para encontrar la senda de crecimiento elevado de largo plazo urgen recursos fiscales mucho mayores, así como políticas que ayuden a innovar más, a fin de dejar de depender de bajos salarios para competir en el mercado internacional.

¿Y la Inversión Extranjera Directa (IED), puede ser la llave del desarrollo para América Latina?

La IED tiene ventajas para los países receptores, ya que alivia la restricción externa al proveer recursos frescos de divisas e indirectamente abrir mercados externos, aligera la restricción presupuestal liberando recursos locales para la formación de capital. Se espera que además promueva la innovación y adopción de mejores prácticas. Sin embargo, tiene el riesgo de romper las cadenas productivas con la economía interna, y eliminar la capacidad de innovación local. Más aún desde la crisis asiática -y el fin de las grandes privatizaciones- la IED a la región ha caído fuertemente. Así, por sí misma, no es una panacea para un crecimiento económico sólido y sostenido. Citando un informe de la UNCTAD: “La contribución de la IED a la formación de capital, al progreso técnico y al crecimiento (no es automática sino que…) depende de manera crucial de las políticas que se adopten en los países huéspedes en relación a los inversionistas extranjeros y locales”.

¿Qué pueden hacer los gobiernos de países en desarrollo para garantizar el impacto positivo y duradero de la IED?

Deben reconocer que no sólo se trata de más, sino también de mejor inversión, por lo que es importante una política selectiva orientada a canalizar recursos a sectores prioritarios o con fuerte potencial de impulsar el crecimiento y la generación de valor agregado. Punto importante es estimular una gran reinversión de utilidades. Además, es necesario tomar en cuenta el entorno microeconómico profundizando los encadenamientos productivos locales, promoviendo la difusión tecnológica y la innovación, mejorando la calificación de la mano de obra y fomentando el desarrollo de empresas locales. Y, sobre todo, una política de inversión efectiva debe tener un componente importante de inversión pública.

¿Qué papel ha jugado la falta de inversión en el estancamiento económico de América Latina?

Fundamental. Las políticas y reformas instrumentadas desde finales de los ochenta han llevado a una caída de la inversión pública que en general no ha sido compensada por la inversión privada (salvo por la IED en algunos países y algunos periodos). La inversión ha sido principalmente para construcción residencial, y mucho menos para ampliar y modernizar la maquinaria y equipo. La inversión es un factor clave para explicar la diferencia en el desempeño económico entre Latinoamérica y el sureste de Asia. Cuando uno observa la inversión de países como China y la India, se encuentra con coeficientes de formación de capital fijo cercanos al 30% o 35%, mientras que en nuestra región tienen diez o quince puntos menos. Se puede concluir que sin una nueva agenda de desarrollo, enfocada a rescatar la noción de procurar un crecimiento elevado, sostenido y estable –con una renovada responsabilidad e intervención del sector público en la economía, ni las reformas estructurales de segunda o tercera generación, ni la IED serán por si mismas la formula para seguir adelante, y corregir el severo rezago de la región.

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