Las expectativas frustradas del libre comercio (Enero 2004)

Las expectativas frustradas del libre comercio

Contribuido a la "Agencia de Informacion Solidaria" el 1ero de enero de 2004

Las luces y sombras del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en su décimo aniversario. El 1º de enero se cumplen 10 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un acuerdo entre Canadá, Estados Unidos y México por el que se creó la zona de libre intercambio de bienes y servicios más grande del mundo. Para México, el TLCAN representaba la joya de la corona de un proceso de reformas orientadas a modernizar la economía y abrirla al exterior. El Tratado generó grandes expectativas, no sólo de beneficios económicos, sino también sociales. Tanto dentro como fuera del país, políticos, empresarios y economistas pronosticaban que el aumento de las exportaciones y la entrada de flujos de inversión extranjera crearían empleos de forma masiva y harían subir los salarios de modo que se lograría una disminución de la pobreza, la distribución más equitativa del ingreso y la reducción de los flujos migratorios hacia Estados Unidos.

Durante los noventa, el caso de México fue utilizado ampliamente como ejemplo de éxito de la apertura económica ya que, a pesar de la crisis de 1994-1995, las exportaciones y los flujos de inversión extranjera directa tuvieron un crecimiento espectacular. En 2000, México pasó a ser el segundo socio comercial de Estados Unidos y el primer receptor de inversión extranjera directa en América Latina. Sin embargo, con la caída de la economía de Estados Unidos, el panorama de los tres últimos años ha sido muy diferente. En 2003, México ha registrado una caída en su PIB por tercer año consecutivo, algo inédito en las últimas dos décadas. La inversión extranjera directa se ha reducido drásticamente, al grado de que las remesas de trabajadores mexicanos en Estados Unidos se han convertido en la principal fuente de divisas para el país. A esto se suma que el crecimiento de las exportaciones se ha frenado y el lugar de México como segundo socio comercial del vecino del norte ahora es ocupado por China.

En lo social el balance es sombrío, ya que los impresionantes beneficios económicos obtenidos hasta 2000 no se tradujeron en una mejora significativa de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Según las cifras más conservadoras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el porcentaje de hogares en condiciones de pobreza en ámbito nacional era técnicamente el mismo que en 1994, mientras que había aumentado en las zonas rurales. La pobreza es un fenómeno tan complejo y en el que inciden tantos factores, que no se podría afirmar que el TLCAN la haya aumentado, pero sí que no ha contribuido a disminuirla. En cuanto a la distribución del ingreso, éste se ha deteriorado significativamente. Entre 1994 y 2000, la participación del 80% de la población en el ingreso total cayó para situarse en un 16.6%, mientras que ocurrió lo contrario para el 20% de mayores ingresos. En el año 2000, el 10% más rico acaparaba casi la mitad del ingreso. En cuanto al flujo de emigrantes, durante la década de los noventa creció vertiginosamente, de manera que la población mexicana censada en Estados Unidos pasó de 4,5 millones en 1990 a 8,5 en 2000.

El agotamiento del éxito económico del TLCAN se debe, además de a la desaceleración de la economía estadounidense, al surgimiento de China como competidor, tanto hacia el mercado norteamericano como hacia las inversiones extranjeras, y a que la política macroeconómica seguida por el Banco de México ha generado un tipo de cambio sobrevaluado que resta competitividad a las exportaciones mexicanas. Se podría decir que tras la devaluación de 1994-1995, México se benefició del abaratamiento de sus productos de exportación, pero no aprovechó la coyuntura para desarrollar las capacidades que le permitieran ofrecer algo más que maquilas baratas producidas con salarios bajos, por lo que incluso con la recuperación prevista de la economía de Estados Unidos, la economía podría continuar estancada.

En cuanto al fracaso social, se puede explicar en primer lugar porque los empleos generados por el aumento de las exportaciones y la inversión extranjera directa no compensaron los empleos perdidos por el incremento de las importaciones y el desmantelamiento de un gran número de cadenas productivas locales. Por otro lado, las nuevas exportaciones provinieron de sectores que demandaban poca mano de obra no cualificada, por lo que los salarios reales de la mayoría de la población cayeron, mientras que los de los trabajadores cualificados aumentaron, lo que explica el estancamiento de la pobreza y el aumento en la desigualdad de ingresos.

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